Si en este momento usted se detuviera unos minutos a pensar sobre el cambio climático y sus efectos sobre la vida y los recursos del planeta, es probable que lo primero que se le venga a la mente sería que, el cambio climático lo generan países con economías de modelos de producción altamente emisores de CO2. La pregunta que saltaría a la vista es ¿Qué sectores son esos que ocasionan tanto daño al planeta?
Según la Climate Watch y el World Resources Institute, en el 2018 los sectores que más contribuyen al volumen total de emisiones generadoras del cambio climático fueron energía (73%), industria (24%), energía destinada a iluminar o calentar edificios (17%) y el transporte en general (16%).
Asimismo, según una investigación del Environmental Research Letters el 2019 sólo el 5% de las plantas de energía producía el 73% de las emisiones que registra este sector, donde las principales características de dichas plantas es que funcionaban con carbón, estaban localizadas usualmente en el norte del planeta (Europa, India y Asia oriental) y operaban de manera ineficiente por la cantidad de energía que generaban.
Como puede verse, ninguno de los mayores emisores del mundo se encuentra en Latinoamérica, África o el Pacífico, que son las regiones que están soportando las mayores consecuencias del cambio climático no obstante no contribuir a ello.
Ahora, si nos preguntásemos ¿qué sectores suelen ser los más afectados por el cambio climático y cuál es el impacto en ellos? Los sectores afectados y los impactos son los siguientes:
- Recursos Hídricos: Disminuye la disponibilidad de recurso hídrico debido a la disminución de la precipitación y al aumento de la temperatura.
- Agricultura: Cosechas agrícolas pobres y disminución de alimentos, debido a (i) la salinización de los suelos debido al ascenso del nivel del mar y (ii) los suelos se vuelven áridos a causa de altas temperaturas, que genera proliferación de plagas y enfermedades.
- Energía: La escasez de agua genera reducción de la generación de energía.
- Areas Costeras: Se perderán la presencia de arrecifes de coral y habrá una disminución de recursos pesqueros debido a las altas temperaturas.
- Salud Humana: Descenso de la pluviosidad afectará la disponibilidad de agua potable, debido a que aumentan las enfermedades transmitidas por vectores debido a las altas temperaturas, a su vez por el ascenso del mar, aumentará la transmisión de enfermedades transmitidas por el agua.
- Comunidades costeras: Por el aumento en la frecuencia e intensidad de las marejadas ciclónicas, habrá más inundaciones que afectarán los asentamientos.
Como puede verse, los países emisores de CO2 generadores del cambio climático y los países que son impactados por dichas emisiones adoptan estrategias frente al cambio climático con énfasis en acciones diferenciadas de mitigación y adaptación.
Es decir, mientras los países emisores se centran en acciones de mitigación para (i) descarbonizar sus sectores emisores, y/o (ii) buscar reducir sus impactos incorporando acciones que permitan captura de CO2, ya sea por proyectos o por soluciones de la naturaleza; en contraste, los países impactados por el cambio climático se centran más en acciones de adaptación que buscan acciones para enfrentar los nuevos desafíos del clima.
Las acciones de mitigación buscan pasar de un mundo impulsado con combustibles fósiles a usar energía limpia y renovable, así como acabar con la deforestación y restaurar los hábitats naturales para alcanzar emisiones de carbono netas nulas, lo que implica que la emisión de GEI se equilibre con la captura y el almacenamiento de GEI en bosques o plantaciones forestales.
En cambio, las acciones de adaptación varían de un lugar a otro, son difíciles de predecir e implican muchas compensaciones. Conociendo los riesgos se elaboran planes para enfrentarlos e implementar sistema de respuesta al cambio climático, como por ejemplo diversificación de cultivos que permitan condiciones más cálidas y secas o más húmedas; asegurar que la infraestructura pueda soportar climas más extremos; ayudar a las comunidades a reducir el riesgo del aumento del nivel del mar y el aumento de las inundaciones y asegurar el manejo adecuado de alimentos, agua y otros recursos naturales.
Que un país sea impactado en gran magnitud por el cambio climático no significa que no pueda tener al mismo tiempo una actividad productiva emisora de CO2 peor que representa una proporción muy pequeña del GEI que daña la atmosfera del planeta; por tanto, en estos casos también se verá obligado a desarrollar acciones para descarbonizar su economía, sin embargo, casi siempre las acciones de adaptación serán de altísimo interés frente a las acciones de mitigación.
La COP27 realizada recientemente en Egipto llamó la atención de gobernantes y altos funcionarios de gobierno de todos los países signatarios de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC ) que entre las acciones más importantes y fundamentales que se deben impulsar para lograr los objetivos de reducir y/o mantener la temperatura del planeta por debajo de 1,5 grados centígrados se cuentan a (i) Aumentar y flexibilizar el financiamiento climático, y (ii) Crear un fondo especial para cubrir las pérdidas que ya ha generado el cambio climático en los países en desarrollo impactados.
Tanto los Estados como las empresas pueden acceder a los recursos financieros que en el marco de la CMNUCC. El financiamiento para las empresas puede darse a través de los diferentes productos financieros que han desarrollado mas de 200 fuentes de financiamiento que forma parte de la arquitectura financiera internacional creada a partir del Acuerdo de París (2015). Asimismo, las empresas pueden emitir bonos verdes para captar dicho financiamiento y aquel otro de fondos de inversión privado de los denominados de tesis verde.
El sector transporte es particular porque es una gran fuente de emisiones de GEI ya sea en los países de elevados niveles de emisiones de CO2 como en los países impactados por dicha emisión. Una emisión de bonos verdes puede generar menos vehículos en las carreteras, lo que puede reducir las emisiones de CO2, disminuir la congestión del tráfico y mejorar la calidad del aire.
Desde 2017 se ha iniciado a nivel mundial una marcada tendencia hacia la reducción del impacto ambiental que genera el transporte. Los operadores ferroviarios han expresado fuertes intenciones de descarbonizar a través de electricidad; las aerolíneas se comprometen cada vez más a la neutralidad de carbono participando en el Programa de Compensación y Reducción de Carbono de la IATA; y los operadores marítimos han incrementado sus esfuerzos para reducir las emisiones asociadas con el transporte marítimo.
Los bonos verdes del sector transporte generalmente tienen plazos de vencimiento más largos que otros tipos de bonos verdes, sus activos y tamaño tienden a ser grandes y, a menudo, tienen calificaciones de grado de inversión. También existe un mercado naciente de finanzas vinculadas a la sostenibilidad en el que los reembolsos se basan en el impacto logrado por la inversión. Un ejemplo de este tipo de instrumento es un bono de impacto ambiental (EIB). En un EIB, un emisor acuerda ciertos objetivos con los inversionistas (incluyendo tasa de interés, marco de tiempo, y métricas de resultados) y desarrolla el proyecto.
Después de una cantidad de tiempo acordada, un tercero evalúa la efectividad de la iniciativa de acuerdo con las métricas designadas al comienzo del proyecto. Si el proyecto superó las métricas, el emisor de los bonos otorga un pago por resultados (financiado por los ahorros generados por el proyecto) a los inversionistas. Si el proyecto no funciona bien, los inversionistas entregan a dicho emisor un pago de riesgo compartido.
Debido a que las industrias marrones (minería e industrias pesadas) tienen un impacto ambiental negativo inherente, los bonos de transición son un instrumento para ofrecer a las empresas de esas industrias un incentivo para cambiar sus operaciones hacia prácticas más sostenibles desde el punto de vista ambiental, siempre que sea posible. Dichos bonos son una clase de activo nueva, y no está destinada a iniciativas inherentemente sostenibles desde el punto de vista ambiental, pero merece ser monitoreada por su potencial para financiar iniciativas que pueden impulsar reducciones netas de emisiones de GEI.
Como usted habrá podido apreciar hasta aquí, las finanzas verdes son una excelente oportunidad tanto para el sector Gobierno como para el sector empresarial. Para aprovechar dichas oportunidades se necesitan dos aspectos clave: (i) tener un proyecto que persiga una efectiva reducción de su huella de carbono, y (ii) aplicar para el financiamiento a través de un producto financiero emitido por alguna de las más de 200 fuentes conformantes de la arquitectura financiera internacional.
MAXIMIXE puede brindarle soporte profesional especializado para (i) formular el proyecto subyacente ambientalmente elegible, (ii) formular el estudio de factibilidad financiera de los bonos verdes, (iii) preparación de los documentos de emisión de los bonos verdes, (iv) acompañar a la empresa emisora en la obtención de las certificaciones y acreditaciones requeridas, y (v) asesoría en la colocación de los bonos verdes ante inversionistas en el mercado público o privado. Para conocer la manera como MAXIMIXE puede ayudarle en este propósito, escríbanos a jsanchez@maximixe.com o al Whatsapp 51-997518096.