A pesar de los anunciados récords de recaudación generados por el boom de los precios de los minerales la deuda pública ha continuado incrementándose. En el Gráfico 1 se presenta la evolución mensual de la deuda pública en millones de dólares americanos para el periodo 2012 – 2022m05. A fines de mayo de este año la deuda pública superó los 82,900 millones de dólares americanos. Desde el inicio de la pandemia la deuda pública se ha incrementado en mas de 23,000 millones de dólares. Lejos están los años del segundo gobierno de García cuando el nivel de la deuda se reducía, llegando a estar por debajo de los 40,000 millones. Durante los gobiernos de Humala y PPK, con la excusa de la reactivación, la deuda comenzó a crecer superando los 50,000 millones de dólares. Con los gobiernos de Vizcarra y Castillo este crecimiento se ha acelerado.
Entre los componentes de la deuda que explican el crecimiento reciente, destacan el endeudamiento de Petroperú de 3,000 millones de dólares, el incremento de los créditos con los organismos internacionales (BID, Banco Mundial, CAF y otros) por más de 2,000 millones y la emisión de bonos soberanos de alrededor de 11,000 millones de dólares.
El nivel de la deuda pública al mes de mayo ya supera el 35% del PBI. Con un nivel de inflación creciente y una desaceleración de la economía evidente, el crecimiento de la deuda pública enciende luces de alarma para los próximos años, debido a que el creciente costo del servicio de la deuda pública ha reducido el espacio fiscal para otros fines. La caída del precio del cobre y la paralización de los principales yacimientos mineros reducirán los ingresos tributarios y con ello elevarán el déficit fiscal, especialmente si el gobierno continúa su descontrolada política de bonos y subsidios. Esto se traducirá en mayores niveles de deuda pública en los próximos años.
¿A cuanto asciende el servicio de la creciente deuda pública? El servicio de la deuda abarca dos componentes: a) la amortización de la deuda conforme vence sus plazos de repago; y b) el pago de los intereses pactados. En el Grafico 2 se presenta la evolución de los componentes del servicio de la deuda pública para el periodo 2020 – 2024. Para los años 2023 y 2024 se ha utilizado las proyecciones de la Dirección General del Tesoro Público del MEF.
Observamos que la amortización pasará de los 662 millones de dólares observados en 2021 a más de 4,000 millones en el 2024 y los intereses pasarán de los 3,400 millones en 2021 a mas de 4,000 millones en el 2024. Esto significa que para el 2024, el espacio fiscal se reducirá en más de 4,200 millones de dólares. De continuar el gobierno con los niveles de gasto actuales esto requeriría un mayor nivel de endeudamiento a mayores tasas de interés con lo que se correría el riesgo de entrar en un círculo vicioso.
Otro problema asociado a la evolución de la deuda pública es el cambio de estructura en su composición. Hasta antes de la pandemia, la política del gobierno fue incrementar el porcentaje de deuda interna de la deuda pública total. En la Tabla 1 se muestra esta evolución. Mientras que en el 2018, el porcentaje de la deuda expresada en moneda nacional era de 57.50% de la deuda total, este porcentaje se ha reducido a 45.3% en mayo de 2022.
Como consecuencia de esta modificación en la estructura de la deuda pública, la deuda en moneda extranjera ha pasado a representar el 54.7% de la deuda pública total, reflejando la creciente desconfianza en la moneda nacional por parte de los agentes económicos que fuerzan al sector público a tomar deuda en dólares. El incremento de la inflación y la volatilidad del tipo de cambio han contribuido a esta situación.
¿Cuál será el impacto de la reestructuración de la deuda pública? Por un lado encarece el costo del servicio de la nueva deuda ya que las tasas de interés se encuentran en alza a nivel mundial. Por otro lado, un mayor porcentaje de la deuda denominada en moneda extranjera dificulta el manejo de la política monetaria del BCRP, al hacer más vulnerable al sector público en la eventualidad de una devaluación de la moneda.
Lo cierto es que el aumento acelerado de la deuda pública, a pesar de haberse alcanzado récords de recaudación, es una pésima señal para las entidades encargadas de la clasificación de riesgo país. Esta situación, aunada a la creciente inflación, la desaceleración económica y el aumento de la tensión política, motivará que las clasificadoras de riesgo continúen reduciendo la calificación de nuestro país, encareciendo el costo de los créditos, tanto para el gobierno como para el sector privado, y alejando las posibilidades de captar mayor inversión.