Mal de Muchos, Remedio de Tontos

Esta semana el Consejo de Ministros aprobó el Marco Macroeconómico Multianual 2022 – 2025 (MMM), casi simultáneamente con el discurso del premier Bellido ante el Congreso, con el fin de solicitar el voto de confianza para su gabinete. El mensaje populista del discurso del premier contrasta con la visión optimista del MMM.

Para poder adecuar el MMM al discurso del premier, el nivel de ingresos públicos (recaudación) ha sido ajustado de los 155,801 millones de soles proyectados en el MMM de abril de 2021 a 167,258 millones en el nuevo MMM. Este incremento de más de 11,000 millones ha servido para sustentar el aumento de gasto corriente en más de 6,000 millones, de 144,759 millones del MMM de abril a 151,421 millones. Sin embargo, los 6,000 millones adicionales se quedan cortos respecto a los más de 20,000 millones anunciados en el discurso populista del premier.  Los gastos de capital se mantienen en los mismos niveles que el MMM de abril, así como el monto proyectado para el pago de intereses de la deuda pública.

Los ajustes en los ingresos y en los gastos introducidos en el nuevo MMM permiten mostrar una mejora del resultado económico del sector público, reduciendo el déficit proyectado de 43,410 millones de soles a solo 39,228 millones. Medido como porcentaje del PBI, el déficit económico pasa de 5.4% del PBI a 4.7% (ver Gráfico 1), que contrasta con las proyecciones de nuestro modelo PREDICE que apuntan a un déficit fiscal de alrededor de 60,000 millones equivalentes a 6.5% del PBI.

¿Por qué los resultados del nuevo MMM son mejores que los del MMM de abril si en el discurso del premier se han anunciado gastos adicionales de más de 20,000 millones de soles? La respuesta se explica por los supuestos optimistas en que se basa el nuevo MMM. Por un lado se asume un tipo de cambio promedio de 3.86 soles por US$ para este año, lo cual no parece ser realista. Adicionalmente se asume un crecimiento del PBI real de 10.5% para este año y crecimientos superiores al 4.5% para el periodo 2022 – 2025 y una inflación inferior al 4%, cifras claramente optimistas y difíciles de alcanzar.

El Consejo Fiscal (CF), encargado de dar su opinión colegiada sobre el MMM, considera que las tasas de crecimiento y los niveles de inversión privada son muy optimistas, debido que están condicionadas a la evolución de la pandemia, a la incertidumbre política y a la recuperación de las expectativas de los agentes económicos. El CF considera que lograr un crecimiento de la inversión privada por encima del 5.0 por ciento anual constituirá un gran reto, en un contexto de fuerte deterioro de los índices de confianza y de las expectativas de los agentes económicos y observa con preocupación el optimismo de las perspectivas del MMM en el corto y mediano plazo. Este optimismo conllevaría a sobreestimar la recuperación de los ingresos fiscales e incentivar mayores niveles de gasto, comprometiendo la sostenibilidad de las finanzas públicas.

¿Cuáles son los riesgos del excesivo optimismo del nuevo MMM y del discurso populista del premier? El principal riesgo es la autocomplacencia de nuestras autoridades al comparar nuestra situación con otros países de la región. Se mantiene que la inflación es un fenómeno transitorio, que seremos el país con la menor inflación de la región y que el tipo de cambio volverá a los niveles previos a la pandemia porque nuestra moneda es la más estable de la región. De igual forma se mantiene que nuestra economía será la que más crezca entre los países de la región, olvidándonos que nuestra economía fue la que mas cayó durante la pandemia y que el crecimiento de este año solo será un rebote estadístico.

Basados en estos supuestos optimistas, el nuevo MMM proyecta una trayectoria de la deuda pública como porcentaje del PBI que se eleva hasta 37.4% en el 2023 para luego iniciar una trayectoria descendente para llegar a 35.8% en el 2025. De esta manera se asume que la deuda pública no superará el nuevo límite de 38% impuesto por la recientemente reformada ley de trasparencia fiscal.

Sin embargo el mismo MMM se encarga de decirnos el alto riesgo que se corre en el cumplimiento de la trayectoria descendente de la deuda pública. El principal riesgo está asociado al tipo de cambio. Una devaluación de 10% haría que la deuda pública como porcentaje del PBI supere el 40% (ver Gráfico 2, choque del tipo de cambio). La principal razón es que gran parte de la deuda pública está denominada en dólares americanos.

Otro riesgo importante es la volatilidad de los ingresos tributarios. Una reducción de 0.5% del PBI en el resultado primario como consecuencia de una disminución de la recaudación generaría un incremento de la deuda respecto al PBI de 2.5 puntos porcentuales (ver Gráfico 2, choque del resultado primario).

Por su parte una reducción del crecimiento del PBI en un punto porcentual haría que la deuda crezca en 2 puntos porcentuales respecto al escenario base plasmado en el nuevo MMM (ver Gráfico 2, choque del PBI). El gran problema es que estos tres escenarios tienen alta probabilidad de ocurrencia. De hecho, la devaluación del tipo de cambio ya esta ocurriendo, el PBI se está estancando y lograr un crecimiento de 4.8% en 2022 será una quimera. En estas condiciones, la caída de la recaudación en 0.5% del PBI en los próximos años tiene alta probabilidad de ocurrencia, especialmente si consideramos que la tendencia alcista de los precios de los minerales puede revertirse.

Si estos tres riesgos se materializaran simultáneamente, la deuda pública llegaría a superar el 44% del PBI (ver Gráfico 2, choque combinado), lo cual significaría violar aún los más tolerantes topes de la ley de transparencia fiscal, generando un deterioro de nuestra clasificación crediticia, con la consecuente pérdida del grado de inversión y el encarecimiento de los créditos.

Adicionalmente a los riesgos mencionados en los párrafos anteriores, existe una gran probabilidad de que se materialicen otros pasivos contingentes que podrían elevar la deuda pública hasta en 5 puntos porcentuales del PBI. Dentro de estos pasivos contingentes destacan la alta probabilidad de que muchos deudores no puedan cumplir el pago de los créditos REACTIVA, FAE AGRO, Garantías COVID-19, FAE MYPE, y otros que fueron otorgados con garantía del estado y que tendrían que ser asumidos por el gobierno si los beneficiarios no cumplieran con sus obligaciones.

Todo lo anterior apunta a una alta volatilidad en las cuentas fiscales. La falta de señales claras por parte del ejecutivo viene paralizando la inversion privada y la generación de empleo formal. El gobierno pareciera no reconocer que el problema principal de la población es la falta de empleo formal. Piensa que la inversión publica y la generación de empleo temporal serán suficientes. Sus anuncios de mayor participación de Petroperú en todas las áreas de actividad energética y  del Banco de la Nación en el mercado financiero no son buenas señales para los agentes económicos, porque comprometerán aún más las finanzas del Estado.

El otorgamiento de bonos y subsidios son alivios temporales que no resolverá los problemas de pérdida de poder adquisitivo de la población. Lo que se requiere es generar más empleos productivos para lo cual se debe motivar la inversión privada. De otro modo el resultado será un excesivo incremento del nivel de deuda pública, aumentando el riesgo de perder la buena clasificación crediticia que con tanto esfuerzo ha logrado el país y, además, iniciar una espiral inflacionaria de imprevisibles consecuencias sobre el bienestar de la población y la estabilidad económica.