¿Podrá Del Solar cambiar la historia?

En la presentación del nuevo gabinete ante el Congreso, el presidente del consejo de ministros, Salvador del Solar, se excedió en una retórica de corte épico, con frases que por momentos parecían las de un presidente de la república al término de un mandato insuperable, advirtiendo el advenimiento de una nueva era después de 200 años de historia, mientras en otros momentos sonaban a las de un flamante jefe de Estado que invita al diálogo para fijar una agenda política.

Su discurso fue de corte genérico, similar al que dio su predecesor, obviando presentar de manera sistemática un plan de gobierno, con objetivos, metas, estrategias, acciones, proyectos concretos y niveles de ejecución con miras a que sean cumplidos a julio de 2021. Sin embargo, anunció algunas iniciativas sueltas interesantes.

Del Solar trazó cinco líneas de acción (corrupción, institucionalidad, crecimiento económico, desarrollo social y descentralización), sin mencionar algunas “banderas de la agenda del bicentenario” que hace poco el presidente Vizcarra había delineado (violencia, identidad y diversidad).

No hubo referencia a la reforma del estado, la reforma tributaria y la reforma laboral, sin las cuales la informalidad y la pérdida de competitividad de nuestra economía irán de mal en peor. Su discurso dejó la impresión de que desde el gobierno se cree que la informalidad se combate de manera policíaca y que la competitividad puede ser fruto de mesas de diálogo, sin emprender reformas. Este es un tema en el que el nuevo gabinete debería madurar más sus ideas, confrontándolas con expertos.

Entre las medidas sueltas interesantes, destacan el anuncio de la devolución del IGV para el turista extranjero (Tax-Free) y la puesta en valor de los restos arqueológicos de Choquequirao, medidas que pueden ser positivas para impulsar el turismo, pero que requieren engarzarse en una estrategia integral de descongestión turística del Cusco y de desarrollo sostenible de la cuenca del Urubamba.

De otro lado, propuso luchar contra la corrupción creando veinticinco (25) ‘comisiones regionales anticorrupción’. El riesgo de esta medida es propiciar un asambleísmo atomizado entre compadres de cada terruño, tendiente a complejizar más el fenómeno de la corrupción y a generar una gran pérdida de tiempo y recursos, minando al mismo tiempo la endeble institucionalidad anti corrupción existente. Mejor sería transferir al presupuesto de la contraloría general de la república los recursos que se distraería en hacer funcionar esa maquinaria parlamentaria tan extensa.

El nuevo premier esquivó tratar el tema del conflicto de Las Bambas, lo cual a todas luces fue un error, puesto que se trata del principal tema de la agenda política actual, siendo su despacho el principal responsable de la gestión de los conflictos sociales. Era la oportunidad de reconocer la co-responsabilidad del gobierno central, la empresa minera, el gobierno regional de Apurímac y las comunidades involucradas, y de dejar sentados principios y reglas de juego, que den señales claras a todas las poblaciones e inversionistas mineros.

Remarcó algunas metas ya conocidas, como que al 2021 la cobertura de agua potable llegará al 100% en zonas urbanas y al 84,6% en zonas rurales; que más del 90% de la red vial nacional de carreteras estará pavimentada y que la construcción de la Línea 2 del Metro de Lima se acelerará.

También dijo que la ‘reconstrucción con cambios’ cobrará nuevo impulso con la construcción de 25,165 viviendas, 842 kilómetros de carreteras e intervenciones en 336 locales escolares, 115 puentes y 31 establecimientos de salud hacia fines de año.

Anunció que se seguirá buscando el aseguramiento universal, haciendo que tanto los asegurados de EsSalud como los del Seguro Integral de Salud (SIS) puedan atenderse en los establecimientos del Seguro Social o el Ministerio de Salud. No tocó el cada vez más acuciante problema de falta de acceso real a atención médica y medicinas por parte de los asegurados, originados por la sobre demanda inducida por la baja asignación de recursos a la salud preventiva y a la salud primaria, principalmente en zonas rurales.

Reiteró la meta del gobierno al 2021 de reducir la pobreza a 18% y la pobreza extrema a 2,5%, para lo cual confía en que la economía seguirá creciendo a un ritmo del 4%, pero además prometió ampliar las oportunidades económicas para las familias en zonas rurales de alta pobreza, haciendo que se integren a los mercados locales al través del programa Haku Wiñay.

Sin embargo, Del Solar no abordó el problema de la desaceleración económica que ya se siente en el contexto mundial y que repercutirá en el Perú, afectando la dinámica exportadora y generando una presión inflacionaria. Si bien en 2018 la economía creció 4%, encima del promedio de América Latina de 1,5%, en 2019 todo apunta a un crecimiento más lento que debilitaría la recaudación tributaria y el equilibrio fiscal.

Es cierto que el Ejecutivo ha sido y sigue siendo asediado por una oposición recalcitrante, más preocupada en salvar su comprometido pellejo en escándalos de corrupción, que en contribuir con buenas leyes al bienestar de los peruanos. Sin embargo, las malas artes de la oposición no eximen al gobierno de su responsabilidad de gobernar con consistencia.

Tras esta gris presentación, da la impresión de que Del Solar tiene cuerda corta, en un país con una historia de inquilinos fusibles en la presidencia del consejo de ministros, donde la permanencia promedio no pasa de un año.

Su fuerte sigue siendo su capacidad comunicacional y su integridad. Su mayor debilidad está en su falta de experiencia y de conocimientos multisectoriales. Para reivindicarse y ampliar su expectativa de permanencia en el cargo y de vida política, necesitará rodearse de un equipo de asesores de primer nivel. No hay otra.

 

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