El comercio mundial y el ciclo económico

La Organización Mundial para el Comercio (OMC) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publican series mensuales del comercio mundial de mercaderías. Estas series se basan en los reportes de importaciones y exportaciones de bienes de cada miembro integrante de estas organizaciones.

Por su frecuencia y cobertura, estas son una de las principales fuentes de información de la evolución de la economía mundial. Estos indicadores no incluyen las exportaciones e importaciones de servicios que, en el caso de la economía peruana, son todavía poco relevantes en términos de impacto total.

A nivel mundial el total de las importaciones de bienes debe ser igual al total de las exportaciones. A la suma de las exportaciones más las importaciones se le conoce como el valor del comercio mundial. En el 2018 el valor del comercio mundial superó los 30 billones (millones de millones) de dólares americanos. A pesar de que el comercio internacional peruano representa menos del 0.3 % del comercio mundial, la evolución de las importaciones mundiales define en gran medida la evolución de las exportaciones peruanas (ver Gráfico 1).

La gran correlación existente entre la evolución de las importaciones mundiales y las exportaciones peruanas refleja la preponderancia de las materias primas (“commodities”) como porcentaje del total de las exportaciones peruanas, especialmente los minerales. Por lo tanto, no es difícil concluir que el valor de las exportaciones peruanas seguirá la tendencia del comercio mundial.

Por su parte, las importaciones del Perú no siempre se ajustan a la evolución de las exportaciones mundiales y, por ello, se originan periodos deficitarios en la balanza comercial. Como consecuencia la balanza comercial también sigue la evolución de las importaciones mundiales. En el Gráfico 2 podemos observar la alta correlación entre la evolución de las importaciones mundiales y la evolución de la balanza comercial peruana.

¿Por qué es importante la correlación entre la evolución del comercio mundial y la balanza comercial del Perú? La razón es que la balanza comercial define en gran medida la aceleración o desaceleración de la economía peruana. Por lo tanto, conocer con anticipación la evolución del ciclo del comercio mundial nos puede ayudar a definir políticas fiscales y monetarias que permitan aprovechar los beneficios asociados a los períodos ascendentes del ciclo del comercio mundial o a minimizar el impacto durante los períodos descendentes como el que hemos iniciado en la actualidad.

¿Podemos predecir la ocurrencia de los ciclos del comercio mundial? Si es posible, aunque con limitaciones respecto a su duración y a su amplitud. En el Gráfico 3 se presenta la duración y la amplitud de los últimos tres ciclos del comercio mundial. Apreciamos que la duración promedio de los últimos tres ciclos ha sido de 34 meses, aunque con una tendencia a ser de más larga duración.

El manejo de las tasas de interés del banco central americano (Fed) y la reforma tributaria introducida por Trump explican el alargamiento del último ciclo. Sin embargo, la evolución del comercio mundial en los últimos seis meses revela claramente que hemos entrado en la fase descendente del ciclo económico del comercio mundial. Este ciclo descendente podría agravarse aún más si no se llega a una pronta solución de la guerra comercial entre los EUA y China, si el Brexit no encuentra una solución consensuada, y si no empeoran las situaciones fiscales de Italia y Francia.

En este contexto, llama poderosamente la atención el exuberante optimismo mostrado por el MEF y el BCRP respecto a las proyecciones de crecimiento para los próximos años. La pasividad del Ejecutivo y el Legislativo frente a la inminente desaceleración económica es preocupante. Los supuestos macroeconómicos del presupuesto son irreales. El crecimiento económico será menor y la inflación mayor. En este escenario, los ingresos fiscales serán menores a los presupuestados y los gastos mayores resultando en una trayectoria ascendente del déficit fiscal que devendrá en un crecimiento de la deuda pública a niveles críticos que comprometerán nuestra calificación crediticia.

El Gobierno se ha embarcado en una lucha estéril contra la corrupción, que lo que más busca es lograr réditos políticos. Las idas y venidas respecto al congreso bicameral son un claro ejemplo de esta situación. Mientras tanto la reforma laboral, la reforma tributaria, la reforma previsional y de salud vienen siendo postergadas.

Pareciera que el Gobierno ha salido a disfrutar de la playa en un día soleado cuando en el horizonte se ciernen nubes de tormenta y ni siquiera ha llevado un humilde paraguas.