La cultura de la sumisión

Desde hace aproximadamente una década las organizaciones en nuestro país han empezado a preocuparse más por su cultura organizacional, razón por la cual se han creado gerencias o sub gerencias para dedicarse en gran medida a este activo intangible, el cual surge principalmente de la filosofía de la alta gerencia, y se va desplegando hacia los otros niveles jerárquicos construyendo una cultura fuerte, es decir, que los valores son ampliamente compartidos por los colaboradores, evidenciándose en su comportamiento diario, coherencia entre lo que se dice y hace.

Cameron y Quinn (1999) propusieron una metodología para identificar tipos de culturas organizacionales, clasificándolas en cuatro categorías: Jerárquica, Clan, Adhocracia y Mercado. Aporte relevante y necesario para cualquier gerente general que desee lograr sus objetivos estratégicos, soportados por una cultura empresarial que sume a la estrategia y repercuta en la creación de un binomio para la concretización de la visión.

Precisamente en la categoría de Jerárquica se presenta muchas veces una figura extrema,  la cultura de la sumisión, aquí la conspiración, el extremo control, el argollismo y el “mesías” como “líder” en dicha organización es lo que prevalece. Los únicos que “piensan” son los de mayor poder jerárquico, donde muchas veces el de mayor jerarquía es el que tiene la última palabra, buscando estar enterado de todo, los chismes como canal de comunicación es un buen cause, y generando castigos, a veces desproporcionados, cuando alguien incumple un proceso o una consigna, no importando el crecimiento a través de la psicología del fracaso (el aprendizaje por error) sino el hacer las cosas tal y como se dictan, misma institución militar.  Los colaboradores son soldados, que tienen que acatar órdenes, caso contrario el castigo es la forma común de corregir una conducta.  Se buscan colaboradores sumisos, que hagan lo que se les dice, importando poco la opinión, y que se muestren muy serviles a sus jefes, sobretodos a los de la primera línea.

Este tipo de cultura tiene consecuencias tangibles como: mucha rotación en posiciones operativas, los talentosos se van, la productividad siempre es un pasivo, el clima organizacional es pésimo, las desvinculaciones por despido arbitrario son comunes conllevando a juicios laborales por doquier, etc.  Aquí el bienestar del colaborador es lo menos importante, razón por la cual si tú lector sientes que es tu caso ¿merece esta empresa que tú continúes conviviendo en esta atmósfera que a todas luces atenta contra tu salud mental?. Es tu elección y decisión.