El producto bruto interno (PBI) potencial es un concepto teórico que asume que todos los trabajadores tienen empleo, que el gobierno implementa políticas monetarias y fiscales apropiadas y rechaza o ignora las malas. En este mundo ideal, los recursos se asignan de manera óptima sin distorsiones del código tributario, fricciones de información o políticas gubernamentales subóptimas.
El escenario que acabamos de describir no es realista y, por ello, los responsables de política monetaria o fiscal estiman el PBI potencial a partir del PBI real, usando filtros estadísticos (como el filtro Hodrick Prescott) que eliminan las fluctuaciones del ciclo económico. Con estas herramientas, el PBI potencial es relativamente fácil de medir para períodos pasados, a partir de los datos históricos.
Sin embargo, el PBI potencial para el futuro es más difícil de estimar porque, obviamente, no tenemos una bola de cristal. La estimación del PBI potencial para lo que resta del 2020 y el 2021-2022 no se podrá hacer hasta que hayan pasado estos años y sepamos cómo evolucionó el PBI. Mientras tanto solo nos queda utilizar nuestros pronósticos de la evolución del PBI para los próximos años. La exactitud de nuestra estimación del PBI potencial dependerá de la exactitud de nuestro pronóstico para el periodo bajo análisis.
¿Por qué es importante el PBI potencial? ¿Cómo lo usamos? El PBI potencial es importante porque los encargados de la formulación de políticas monetarias y fiscales utilizan la diferencia entre el PBI real y el PBI potencial (la brecha de producción) para determinar si la economía necesita más o menos estímulo monetario y/o fiscal.
En el Gráfico 1 se presenta la evolución del PBI Real y el PBI potencial para el periodo 2008–2022. Se han utilizado datos mensuales del PBI real acumulados de los últimos 12 meses para eliminar las estacionalidades. Para la proyección del PBI y la estimación del PBI potencial se han utilizado los datos del crecimiento de la demanda de electricidad hasta el mes de junio y el modelo Maximixe-Predice para el resto del periodo de análisis.
Lo primero que salta a la vista es que la crisis financiera del Sub-prime (2009) y la del Taper-Trantum (2014) palidecen en comparación con la actual crisis desatada por la prolongada cuarentena generalizada. Pero lo más importante es percibir la caída del PBI potencial que nos lleva a niveles del 2015. El PBI potencial está asociado a los niveles de stock de capital, número de empleados y la productividad de los factores de producción de la economía. El devastador impacto de la cuarentena ha destruido stock de capital (cierre de empresas), ha reducido el número de empleados (despidos masivos formales e informales) y ha mermado la productividad de la economía (mayor informalidad).
La caída del PBI potencial no es algo que ha ocurrido solo como consecuencia de la cuarentena. Su caída se ha venido gestando desde hace varios años atrás como consecuencia de los errores de política fiscal de los gobiernos de Humala, PPK y Vizcarra y la creciente sobre regulación que sufre el país, especialmente en la última década.
En el Gráfico 2 se presenta la evolución de las tasas de crecimiento tanto del PBI real como del PBI potencial para el periodo 2008–2022. Observamos que ya desde el 2012 se inicia una desaceleración del crecimiento del PBI potencial producto de las medidas anti-inversión, especialmente en el sector minero, iniciadas en el gobierno de Humala. Esta desaceleración del PBI potencial continuó hasta mediados del año pasado en que se convirtió en un decrecimiento. La cuarentena solo ha agudizado este decrecimiento del PBI potencial iniciado el año pasado. Ha llovido sobre mojado, pero esta vez no ha sido una simple lluvia, sino una tormenta. Revertir esta situación tomará al menos 2 años.
¿Qué nos ha llevado a esta situación? Políticas que no solo no han atraído inversión privada sino que la han ahuyentado y, además, una incapacidad del Estado para ejecutar bien sus programas de inversión. Sin suficiente inversion que compense la depreciación, el stock de capital decrece. Con menos capital se reduce el empleo formal y crece la informalidad. A mayor informalidad, la productividad de la economía decrece. La combinación de menor productividad, menos empleo formal y menos stock de capital genera un menor PBI potencial. La cuarentena, la demora en el reinicio de actividades y la incertidumbre generada por la pandemia han reducido la inversión, especialmente la privada, a niveles nunca vistos.
En el Gráfico 3 se presenta la evolución de la inversión bruta fija total como porcentaje del PBI para el periodo 2008–2020. Los niveles de inversión como porcentaje del PBI han caído a niveles por debajo de los observados en el 2008 en plena crisis sub-prime. Sin una reacción de la inversión privada difícilmente se revertirá esta tendencia. La reactivación de la inversion pública no será suficiente.
Para volver a los niveles de inversión observados antes del 2013 se requiere un shock de inversión privada. No estamos en la crisis del 2008 donde las medidas contra cíclicas practicadas por el gobierno a través de mayor inversion en infraestructura funcionaron. La del 2008 fue una recesión temporal que mayormente no impactó el PBI potencial. La actual crisis es de una envergadura muy superior. Es como comparar un temblor a un terremoto.
Si las autoridades piensan que con mayor gasto público, transferencias directas a los más afectados y líneas de financiamiento para las empresas se va a superar la crisis: están equivocados. Se necesita de una concertación de amplia base que convoque al sector privado, las iglesias, las fuerzas armadas y todos los estamentos sociales para definir un plan de acción que movilice la inversión necesaria para generar empleo formal suficiente para permitir reducir los niveles actuales de informalidad y desempleo. Las autoridades tienen la palabra.