Cabo Blanco y Finca Paraíso, mensajes desde el mar y el bosque

Para celebrar la fiesta de San Pedro y San Pablo, patronos de los pescadores, el 29 de junio pasado, la Asociación Inkaterra lanzó su nuevo proyecto ‘Reserva de Acuicultura’, reafirmando su compromiso con la restauración y conservación del Mar Tropical Peruano, una de las zonas de vida más diversas de nuestro planeta.

En 2012, Asociación Inkaterra [1] presentó una propuesta al Ministerio del Ambiente para establecer una Reserva Marina que abarca un total de 600,000 hectáreas de océano frente a la legendaria caleta talareña de pescadores, ‘Cabo Blanco’, donde el escritor estadunidense Ernest Hemingway se inspiró para su ‘El viejo y el mar’ y la proeza del merlín gigante.

La iniciativa cuenta con el respaldo de la Universidad de Miami, la National Geographic Society, la International Game Fish Association (IGFA), la Universidad de Alicante (España), así como asociaciones de pescadores artesanales desde Lobitos (Piura) a Puerto Pizarro (Tumbes). Hasta hoy, once años después, las autoridades no han aprobado esta propuesta. Lamentable pues esto significa que el mar sigue siendo afectado negativamente por la pesca ilegal y otras prácticas perjudiciales.

En un esfuerzo por combatir esto, Asociación Inkaterra se ha asociado con el Sindicato de Pescadores Artesanales de Cabo Blanco y una empresa acuícola privada. Estas organizaciones se han unido para implementar una estrategia innovadora de conservación marina a través de una acuicultura sostenible de ostras perlíferas de labios arcoíris.

Según el biólogo Yuri Hooker Mantilla en esta Zona Reservada del Mar Pacífico Tropical se encuentra más del 70 % de la biodiversidad de todo nuestro litoral, la de mayor riqueza marina de la costa peruana y responsable de la mayor parte de la pesca de consumo humano en el país (dos de cada tres pescados de consumo humano en el Perú provienen de este ecosistema único en el mundo, donde confluyen dos corrientes marinas: la peruana o de Humboldt; y la del Pacífico Tropical).

Es tiempo de alianzas entre inversionistas del sector privado, la comunidad científica, las autoridades de los distintos niveles de gobierno y las poblaciones locales. De este modo se prioriza la preservación de esta zona y de paso se protege la seguridad alimentaria del país, incluyendo el turismo y la gastronomía, actividades productivas vitales para sustentar el rol primigenio de los alimentos, su diversidad genética, excelencia gastronómica, poder nutricional y papel de las tecnologías para su diferenciación y competitividad.

Finca Paraíso y la revaloración de la bolaina

Desde Finca Paraíso, predio forestal ubicado en la carretera Iquitos-Nauta, región Loreto, se destacan los trabajos en su plantación de bolaina (Guazuma crinita), una especie nativa amazónica de corta cosecha (en una tercera parte del tiempo requerido por el pino aprovecha mejor y, además, cuenta con gran demanda en los mercados).

Se trata de una planta no pirófita (a diferencia del pino), es decir, que no tiene afinidad con el fuego. Por tanto, por su calidad y características puede sustituir al pino (que Perú importa masivamente) en el mercado nacional y los del exterior. Por tanto, no solo permitirá reemplazar importaciones sino también estimulará nuevos mercados para la madera sostenible peruana.

La bolaina es una alternativa muy interesante para el desarrollo productivo, social y ambiental de la región Loreto. Su liderazgo en la reforestación de este promisorio territorio tendría un impacto económico y social incalculable para el sector rural. En Finca Paraíso se cuenta con el conocimiento para tratar las semillas y cuidarlas hasta que sean vigorosos plantones. Sin embargo, se recuerda que los negocios forestales exigen un uso sostenible desde el campo pasando por la cosecha, el aserrado, secado y acabado que requiere un producto de alta calidad. Mejor aún si se exportan partes y piezas de bolaina estandarizadas para la construcción en las regiones y países de destino.

Enrique Lorente, gerente y estratega de Finca Paraíso, enfatiza que para invertir en un negocio de grandes volúmenes como éste es necesario garantizar el transporte por el océano Atlántico y de ese modo reducir los costos tanto para competir en los mercados con la bolaina como para conseguir una rentabilidad atractiva para animar inversiones en plantaciones de escala y sustituir al pino.

En los dos casos, en la reserva del Mar Pacífico Tropical y en la reforestación en la Amazonia con especies nativas, la diversidad biológica augura un mejor porvenir. Pero hacer estos escenarios una realidad se requiere convicción de los pueblos, gobiernos sintonizados con la inversión y producción sostenibles, empresarios cercanos a la ciencia, la tecnología y la innovación, y, sin ninguna duda, la recuperación ética del país. ¡Manos a la obra!

 

 


[1] La tradicional pesca artesanal de Cabo Blanco fue declarada oficialmente Patrimonio Cultural del Perú en 2018 con el apoyo de Inkaterra. Su conservación es fundamental para el manejo sostenible de los recursos marinos en el Pacífico Tropical del norte del Perú.