El crecimiento económico del Perú de los últimos 25 años se ha debido en gran parte al crecimiento de la inversión minera incentivada por las reformas estructurales iniciadas en los 90 y al ‘boom’ de los precios de los minerales. La reciente caída de estos últimos ha abierto un signo de interrogación sobre la continuidad del modelo de crecimiento basado en la minería. En esta entrega analizamos desde un punto de vista macroeconómico las posibilidades de crecimiento económico basado en un sector alternativo a la minería que podría ser la agricultura.
La principal diferencia entre el sector minero y el sector agrícola es que el primero explota recursos no renovables mientras que los recursos que utiliza el sector agrícola son renovables siempre y cuando se utilicen racionalmente. Por otro lado el impacto ambiental asociado a la explotación minera es generalmente mayor que el asociado al sector agrícola. Además, la inversión en el sector agropecuario genera bastante más empleo que la minería.
La actividad minera requiere una permanente actividad de exploración de nuevos yacimientos para asegurar una producción futura, mientras que la actividad agrícola requiere una constante actividad de mantenimiento de los cultivos permanentes (frutales, caña de azúcar, etc.) o de la siembra anual de los productos no permanentes (arroz, maíz, papa, etc.). El valor acumulado de todas estas actividades, menos la depreciación (desgaste o deterioro de las maquinarias o instalaciones como consecuencia de su uso), se refleja a nivel macroeconómico en el “stock de capital” de cada sector. El PBI de cada sector es proporcional a su stock de capital. A la relación entre stock de capital y PBI se le conoce como relación capital-producto (“capital output ratio” en inglés). Esta relación define cuántos soles de capital el país necesita para producir un sol de PBI.