Hasta finales de julio más de 4.200 empresas comerciales de todos los tamaños se han acogido a la bancarrota del Capítulo 11 de la legislación estadounidense, modalidad que permite seguir operando con un plan de restructuración de deuda que debe ser aprobado por los acreedores, aunque otras optan por liquidar sus activos y cerrar establecimientos para saldar el pasivo. Del total de empresas, 46 firmas hasta ahora han declarado deudas superiores a US$ 1.000 millones, algo más grave que en las dos últimas recesiones: a estas alturas en el 2009 hubo 40 compañías tan endeudadas en su momento de bancarrota y en el 2002 solo 25, lo que supondría la mayor magnitud de quiebras de todos los tiempos. A nivel de sectores, el más impactado es el de consumo discrecional con más de 100 grandes compañías en bancarrota como Brooks Brothers, la marca de ropa más veterana del país; Lord & Taylor, que tenía los grandes almacenes más antiguos; y marcas populares como J.Crew o Ann Taylor. Otro sector gravemente afectado fue el de restaurantes, como NPC International, que opera las franquicias de Pizza Hut y Wendy’s, afectado por el cierre de establecimientos y, como en Nueva York, por la ausencia del turismo, un problema que ha asfixiado a gran parte de locales comerciales de Manhattan. Los siguientes sectores son el industrial y energético, que abarcan juntos otras 100 grandes empresas quebradas entre las que destaca Hertz, especializada en alquiler de vehículos, con unos US$ 24.000 millones de deuda, y Chesapeake Energy, la pionera de la técnica del «fracking», con casi US$ 12.000 millones de pasivo; informó el American Bankruptcy Institute.
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