Por Percy Correa, Director de MAXIMIXE Learning.
De acuerdo con las declaraciones de la Directora-Gerente del FMI, Christine Legarde, la economía mundial se ha beneficiado en los últimos seis meses a causa de la reducción del precio del petróleo y gas, y al crecimiento robusto de la economía de los Estados Unidos. Sin embargo, el crecimiento se ha mantenido a niveles moderados, pues los países de la zona euro continúan registrando tasas de crecimiento discretas, al mismo tiempo que algunas de las mayores economías emergentes han reducido las suyas en forma significativa, como son los casos de Brasil, Rusia, México, entre otras, confrontando una situación incierta, debido a los bajos precios de los commodities que exportan, la amenaza de una inminente alza de las tasas de interés en los Estados Unidos, que agudizaría la depreciación de sus monedas, y que agravaría la fuga de capitales. En términos figurados, se afirma que la economía mundial avanza impulsada con un solo motor, los Estados Unidos, mientras que los otros, entre ellos China, se han detenido o ralentizado, provocando que la recuperación de la economía mundial sea lenta y poco satisfactoria.
Al respecto, en la República Popular China, el ritmo de crecimiento económico se ha desacelerado en forma persistente durante los últimos años. Prueba de ello son las cifras anualizadas de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) correspondientes a los primeros trimestres del quinquenio 2010-2015. Por ejemplo, la tasa del presente año fue de 7, 0%, mientras que la del primer trimestre del año pasado fue de 7, 4%. Pero para un mejor entendimiento del denominado “frenazo” registrado en el crecimiento de China, se pueden comparar las tasas anualizadas de crecimiento de los primeros trimestres de los años 2010, 2011, 2012 y 2013, que fueron de 11, 9%, 9, 7%, 7, 9% y 7, 8%, respectivamente. Y si bien, la tasa de crecimiento del presente año podría ser considerada más que satisfactoria en la gran mayoría de los países emergentes, y por supuesto en los desarrollados, la misma no lo es un país que con sus altas tasas de crecimiento ha generado una expansión enorme de las clases medias y sacado de la pobreza a millones de sus ciudadanos, pero que aún le queda un largo camino por recorrer. A pesar de esto último, cabe señalar que la cifra de crecimiento del PBI logrado este primer trimestre del 2015, está en línea con las previsiones oficiales para la tasa de crecimiento económico establecido por el Congreso Popular para este año, 7%, que es la menor tasa en 25 años.
A fin de alcanzar la meta aludida de crecimiento del PBI, el pasado trimestre las autoridades monetarias desarrollaron una política monetaria expansiva, pues han reducido las tasas de interés y los requerimientos de reservas bancarias, permitiendo que los bancos cuenten con una mayor disponibilidad de recursos para conceder un monto mayor de créditos, expandiendo la liquidez. Y se especula que el Banco Popular de China (BPCH), ejerza una política monetaria aún más expansiva, si las cifras futuras de crecimiento económico son menores a las previstas. En este sentido, los analistas de la economía china esperan con ansiedad la publicación próxima de los datos sobre comercio exterior, ventas minoristas y producción industrial correspondientes al pasado mes de marzo, aunque el consenso entre ellos es que tales cifras mostrarían una desaceleración. De confirmarse tales previsiones, se espera que el BPCH profundice su política expansiva, lo que incluye menores tasas de interés y nuevas reducciones en los requerimientos de reservas de los bancos, replicando las políticas seguidas por los bancos centrales de Estados Unidos, Reino Unido, y más recientemente, el de la Unión Europea.
Por otro lado, el fantasma de la deflación continúa siendo una amenaza latente sobre la estabilidad de la economía china. En el pasado mes de enero, la tasa de inflación anualizada, medida por la variación del índice de precios al consumidor, solo fue de 0, 8%, la menor en los últimos cinco años. Sin embargo, la misma se elevó a una tasa anualizada de 1, 4% en marzo, restándole algo de presión a este indicador económico, aunque la reducción de los precios de los alimentos continúa siendo un factor que sesga a la baja al índice respectivo. Al respecto, las autoridades monetarias consideran que una tasa anual de 3% constituiría una tasa que aleje los problemas y riesgos asociados con una situación de reducción de los precios persistente. Sin embargo, las fuerzas deflacionarias aún muestran fortaleza porque en el pasado mes de marzo el índice de precios de los productores registró una tasa anualizada de variación de -4, 6%, mostrando una ligerísima reducción con respecto a la tasa anualizada del mes anterior, que fue de -4, 8%. La debilidad de las demandas interna y externa es responsable de la persistencia de la continua reducción de los precios de los productores, situación que se arrastra desde principios del 2012.
En síntesis, las perspectivas de la economía china, uno de los mayores impulsores del crecimiento de la economía mundial en años pasados, aún son inquietantes o pesimistas, pues los datos sobre generación eléctrica, inversión en activos fijos, utilización de capacidades instaladas, continúan mostrándose débiles. En particular, las ventas minoristas continúan siendo golpeadas por la desaceleración de los salarios y la reducción en el precio de las casas, lo que reduce la riqueza de las familias y su capacidad de gasto. Sin embargo, a pesar del lento crecimiento del consumo, las autoridades chinas favorecen o estimulan su expansión, ya que los factores de crecimiento de la economía como son las exportaciones y las inversiones, al parecer, no se espera que se recuperen sustantivamente en el corto plazo ni que vuelvan a tener la relevancia que en años anteriores tuvieron. Esto es, el crecimiento económico priorizaría en el futuro la expansión del consumo interno sobre la de las exportaciones e inversiones, lo que representa un cambio de estrategia económica muy importante, que seguramente habrá de presentar nuevos desafíos para las autoridades chinas y que podría tener consecuencias negativas sobre los mercados internacionales de materias primas.