A los 24 años viajé a Lima para vivir en la gran ciudad, allí conocí a Roberto Sani, un argentino simpático que entre sus innumerables pláticas me hizo una observación muy aguda: “por más que vos estés aquí en Miraflores, vos vivís en un pueblo. Lima es un pueblo, no es una metrópoli como Buenos Aires o Sao Paulo”. Esa declaración suya iba contra todo lo que conocía. ¿Cómo iba a decir que vivía en un pueblo? En mi entender, ni Piura es un pueblo. ¿Cómo va a decir que Lima es un pueblo? A continuación, sentenció: “la gente hace sus compras en mercaditos, viaja toda apiñada en un sistema de transporte de porquería, esto no puede ser una metrópoli”.
No dije nada, sólo me quedé pensando. Era el verano de 2006. Hoy después de catorce años de esa conversación le doy la razón. Lima, bajo esa dimensión, es un pueblo. La dinámica de la ciudad no se asemeja a los flujos administrados de personas que existen en otras ciudades latinoamericanas.
Guardando las distancias, estas ciudades tienen que lidiar con el desplazamiento diario de 20 a 30 millones de personas desde sus casas hacia sus trabajos y viceversa. Estas ciudades tienen un sistema de transporte interconectado de no menos de 14 líneas de metro para conectar las zonas alejadas de sus hiperciudades. Lima Metropolitana, por otro lado, debe de desplazar no menos de 9 millones de personas diariamente. Y lo hace a través de un sistema de transporte precario. El transporte público en buses en Rio de Janeiro por ejemplo cuesta, al cambio, S/ 2.5 x pasajero, sea la distancia que fuere, y es administrado por el Estado de Rio de Janeiro. Aquí en Lima Metropolitana, el ticket promedio se encuentra entre S/ 1.0 y S/ 1.5 y la oferta es deplorable. De toda la gente que se traslada diariamente, la tercera parte lo hace parada, en algún momento de su trayecto. La gente viaja apretada, como si se transportaran sardinas de conserva enlatadas.
Por otro lado, la contraparte de la alta cocina peruana es su sistema de mercados. Éste es óptimo, por ejemplo, en la frescura y oferta de sus productos; el problema es que la limpieza y la aglomeración de estos deja mucho que desear, a excepción de algunos puntos aceptables de la ciudad (mercado de Jesús María o mercado de Magdalena, por ejemplo). Quizá a eso hacía referencia mi amigo argentino hace catorce años. Ya han pasado tres presidencias desde ese entonces: García, Humala y PPK-Vizcarra. Y la situación es la misma. El tema es por un lado cultural (nos gustan las cosas frescas) y, por otro, estructural de orden económico, existe mucha informalidad. Permítanme ahondar en este último punto.
Hace poco se hizo alusión a un working paper primordial, redactado por Alvarez, Argente y Lippi (2020). Esos autores proponen que es posible estimar trayectorias óptimas de lockdown (cierre económico), tomando en cuenta, en simultáneo, el criterio sanitario y el criterio económico.
A continuación, los resultados ajustados para Perú (*).
Como se puede apreciar en la gráfica el período en que el lockdown peruano se tendría que levantar es de 180 días tras identificado el primer caso de coronavirus; esto es, que todos los sectores económicos nuevamente puedan operar al 100 por ciento. También se propone trayectorias de población infectada y de población que llega a morir.
El tema es que este plazo largo para que la economía se libere no está acorde con la naturaleza dual de la economía peruana (que es una situación estructural por cierto de economías latinoamericanas) que existe un sector formal y un sector informal, ambos coexistiendo al mismo tiempo. Este hecho estilizado de la economía peruana, tiene que ser tomado en cuenta para la implementación de cualquier política pública en referencia a cuándo la gente decidirá salir de la cuarentena, independiente de lo que formalmente el gobierno decrete en ese sentido (cuándo levantar el lockdown completamente).
Es por ello que se realizó un ejercicio adicional, se reparametrizó el modelo tomando en cuenta que existen estos dos sectores de la economía, eligiendo como variable sensible de la misma el ‘valor estadístico de la vida’ (que en la literatura económica se le conoce como ‘value of a statistical life’ (https://strata.org/pdf/2017/vsl-full-report.pdf).
El referido parámetro se valorizó de la siguiente forma:
Cuando se trató de establecer qué valor se le debería asignar al agente económico perteneciente al sector informal se tomó en cuenta su esperanza de vida (73,8 años en 2012) y se ponderó que la pérdida hipotética de su vida la valora como 1.5 veces la cantidad de consumo que dejarían de disfrutar si muriese por cada año que ‘perdiera’ al enfermar y morir de coronavirus (Covid-19).
Por el contrario, para la valorización estadística de la vida del agente económico formal se tomó en cuenta su esperanza de vida (78,7 años en 2012) y se ponderó que la pérdida hipotética de su vida la valora como 3 veces la cantidad de consumo que dejaría de disfrutar si muriese por cada año que ‘perdiera’ al enfermar y morir de Covid-19.
Al mismo tiempo se corroboró que la relación entre ambos valores (parte formal e informal) se condijeran con la relación existente entre la valoración en el mercado de trabajo de ambos trabajadores de estos sectores (salarios promedio para cada sector).
Definida esta parametrización del valor estadístico de la vida, se obtienen las siguientes dinámicas óptimas de lockdown para el sector formal e informal de la economía peruana. A continuación, los resultados:
Como se puede apreciar, el sector informal optimizaría su trayectoria de lockdown saliendo completamente a la economía (abriendo todos los sectores en los que ofrece su mano de obra) 80 días después de identificado el primer brote. Curiosamente estos 80 días se cumplen en Perú el próximo 24 de mayo. Mientras que el sector formal optimizaría la salida de su lockdown 210 días después de identificado el primer brote.
A continuación, un cuadro resumen de las dinámicas estimadas:
Lo que se infiere de este último cuadro es que, si en la economía peruana sólo existiera el sector informal, el lockdown (cierre económico) debería haber terminado el 24 de mayo. Para esa fecha tendríamos 2,72 por ciento de letalidad aparente y alcanzaríamos el 19,4 por ciento de infectados.
Por otro lado, si la economía peruana sólo estaría compuesta por un sector formal, el lockdown de Perú tendría que terminarse sólo después de 210 días, el 01 de octubre, con una tasa de letalidad menor y un porcentaje de contagiados del 10 por ciento.
Por último, al ser una economía dual, si tomásemos el promedio de esperanza de vida entre el sector formal e informal y asumiésemos que se pondera el riesgo como 3 consumos anuales perdidos, el lockdown acabaría el 1 de septiembre, con una tasa de letalidad promedio entre la formal e informal y con un nivel de contagios del 11 por ciento. Este valor, 11 por ciento, sería el valor más elevado que debería alcanzar de porcentaje de contagiados si la economía peruana se comporta como un todo agregado (donde no existiría dicotomía formal e informal en la economía).
Lo particular de todos estos valores es que, a la fecha, 15 de mayo de 2020, ya se habría superado el porcentaje de contagiados del 11 por ciento como establece la trayectoria de la economía dual promedio (si no existiera sector formal e informal). El valor actual de % de infectados es 14,0. Esto da pie a pensar que nos estamos moviendo desde un equilibrio de economía en conjunto (11,0 por ciento en infectados) a otro equilibrio de economía informal (19,4 por ciento).
De hecho, la fecha donde se alcanzó el 11 por ciento hipotizado por el modelo dual promedio es el 20 de abril y justamente es en esa fecha que el R de contagio se estabiliza (en vez de seguir bajando) en la dinámica de pandemia en Perú.
Es a partir de esta fecha en la que la dinámica de pandemia ha entrado a ser dominada por la parte informal de la economía, dado que ya habría comenzado a salir por esas fechas (por la dinámica de testeo, habría salido ya una semana atrás del 20 de abril). Esto se refuerza con el hecho que, en el modelo estimado para el sector informal, el pico de acatamiento del lockdown económico se alcanza entre el 11 y 12 de abril de 2020, justo en los días de semana santa. A partir de allí, el sector informal comenzó a salir paulatinamente, dominando actualmente toda la dinámica de la pandemia
Es por todo ello que se hipotiza que no se alcanzará el pico de contagios hasta que alcancemos el 19,4 por ciento de contagios a nivel nacional (% de contagio exigido por el modelo de la economía informal). Estamos en 14,0 por ciento a la fecha. Cada 20 días se suben 200 puntos básicos; los puntos básicos que faltaría alcanzar son como 540. Esto tiene para rato.
El lockdown peruano tiene un tema estructural económico muy fuerte y se resuelve tomando en cuenta la forma de cómo la dinámica del sector formal interactúa con el sector informal bajo pandemia. Debe tomarse en cuenta los incentivos de cada uno de estos sectores y condicionar sus comportamientos para alinearlos a la resolución de la misma.
Así, después de todo lo expuesto, se corrobora lo que dijo mi amigo argentino, allá por 2006. Lima es un pueblo y el pueblo, si no se deshace de lo que lo hace pueblo (mercados insalubres y líneas de transporte ruines), explotará por su informalidad en mil pedazos.
(*) este artículo no existiría sin la contribución intelectual de Henry Álvarez, Gerente Central de MAXIMIXE Economía.