La Tormenta Perfecta

La rígida cuarentena decretada por el gobierno puede haber contenido parcialmente la pandemia del Covid-19, pero su duración ha generado la ruptura de la cadena de pagos, una ola de cierre de empresas, eliminación temporal o definitiva de más de un millón de empleos formales y el colapso del sector informal que emplea más del 70% de la fuerza laboral. Esto representa lo que en economía se denomina un “shock” negativo de oferta.

De acuerdo con la teoría económica uno esperaría que este shock genere una caída similar de la demanda agregada y que por lo tanto con una apropiada política monetaria y fiscal podría ser contrarrestada y tener una rápida recuperación en “V” de la economía una vez superada la pandemia. Sin embargo, esto no es necesariamente así, si es que se producen daños permanentes en la estructura económica que impidan su recuperación. En estos casos la tradicional receta de ajustes contracíclicos de la política monetaria y fiscal no serían suficientes y se tendría una evolución en “L” de la economía que podría prolongarse si es que no se encuentra una vacuna contra el Covid-19 en los próximos 18 meses.

La principal causa de este desastre ha sido la falta de una adecuada y efectiva planificación tanto en el área de la salud como en la económica. En el área de salud no se contempló una adecuada intervención en los principales centros de contagio: (i) mercados; (ii) bancos; y (iii) transporte público. Y algunas medidas adoptadas, como la distribución de bonos, el “pico y placa” por género y la reducción del horario de atención de los mercados, fueron contraproducentes porque generaron mayores aglomeraciones y oportunidades de contagio.

En el área económica una adecuada y oportuna planificación también ha estado ausente. El MEF ha reaccionado como “bombero” para apagar los fuegos conforme se han presentado. La mejor prueba de ello es la falta de una reformulación del presupuesto de la república. El Marco Macroeconómico Multianual 2020-2023, que debería haber sido actualizado a fines de abril, no ha sido publicado. Se ha anunciado un ambicioso plan de estímulo fiscal de 12% del PBI, pero poco se sabe de su contenido, aparte del programa Reactiva Perú, los bonos distribuidos masivamente y los subsidios otorgados a ciertos sectores.

Las 4 fases del reinicio de actividades aprobadas por el Grupo de Trabajo Multisectorial se han basado en los criterios de riesgo sanitario y mayor impacto en el PBI, dejando de lado lo que debió primar, que son la región o zona geográfica con menor riesgo y el impacto en el empleo. Adicionalmente, los exigentes protocolos de salubridad creados para el reinicio de actividades difícilmente podrán ser cumplidos por la mayoría de las empresas, especialmente las medianas y pequeñas. Pero lo más grave es que el plan de reinicio de actividades no ha contemplado al sector informal que es el que involucra a más del 70% de la fuerza laboral. La prolongada cuarentena ha devastado este sector y en muchos casos ha obligado a incumplir las restricciones impuestas por el gobierno generando nuevos focos de contagio.

¿Puede la teoría economía ayudar a definir una estrategia que minimice las posibilidades de una evolución en “L” de la economía? Definitivamente sí, pero siempre que se use el modelo económico correcto para hacer el diagnóstico. La única manera de diagnosticar un sistema complejo como es la economía de un país es trabajar con modelos que son representaciones simplificadas de la economía que ayudan a entender y simular cómo funciona bajo diferentes supuestos. Sin embargo, como lo advirtió Albert Einstein, “Todo análisis debe hacerse lo más simple posible, pero nunca más simple de lo posible”.

La advertencia de Einstein viene al caso porque en un reciente trabajo investigadores del MIT, Harvard, Chicago y Northwestern usando modelos económicos multisectoriales, en lugar de modelos de un solo sector, han demostrado que los shocks negativos de oferta pueden generar caídas de la demanda agregada superiores a la caída de la oferta.

Este resultado es de especial relevancia en el contexto de las cuarentenas aplicadas con ocasión del Covid-19. Una caída del 50% que golpea al 100% de los sectores no es lo mismo que una caída del 100% que golpea al 50% de la economía. Los mercados imperfectos, como es el caso del sector informal en nuestro país, hacen que las caídas en la oferta generen caídas en la demanda agregada superiores a las caídas en la oferta. El cierre de empresas y la destrucción del trabajo formal amplifican el efecto inicial, agravando la recesión.

El colapso del sector informal, el cierre de empresas y la desaparición de más de un millón de empleos formales configuran un escenario que más se asemeja a la depresión económica de 1929 que a las recesiones de 1998 o de 2008. El MEF se equivoca al pensar que las políticas monetarias y fiscales anticíclicas, por más significativas que sean, serán suficientes para salir de la depresión económica en que nos encontramos. Hemos entrado a un “agujero negro” que nos viene arrastrando a una depresión económica de imprevisibles consecuencias.

En estas circunstancias lo que se requiere es un plan integral que priorice la formalización de la economía y la generación de empleo. La reactivación del sector formal no será suficiente para absorber la inmensa masa de trabajadores informales que ahora se encuentran inactivos.

Lo que se necesita es una solución similar al “New Deal” de Franklin D. Roosevelt aplicada en EUA no para cambiar el modelo capitalista sino para perfeccionarlo. De otra manera corremos el riesgo de que la ola de populismo arrase el modelo económico consagrado en la Constitución de 1993.

Las reformas requeridas en nuestro país son similares a las que se implementaron en el “New Deal” para salir de la gran depresión de los años 30. Se requiere una reforma del sistema de pensiones que garantice una pensión digna a los jubilados, la implantación de un seguro de desempleo universal y la reforma del sistema de salud que garantice una atención medica digna a toda la población. Pero estas reformas no serán posibles sin un crecimiento económico acelerado del país, que genere los recursos requeridos para financiarlas, y esto solamente puede lograrse con un fuerte impulso de inversión privada. Para ello se requiere hacer más competitivo al país con una reforma que flexibilice el mercado laboral y una reforma tributaria que atraiga inversiones priorizando la creación del empleo formal. Además, se debe contemplar medidas de defensa temporal del mercado frente a la competencia de bienes importados de países que, por haber sido menos afectados por la pandemia, han mejorado su posición competitiva y pueden inundar el país con sus productos y terminar de destruir empleos de fabricación nacional.

Además, se debe considerar la creación de dos agencias gubernamentales de empleo voluntario destinadas a la eliminación del empleo informal. La primera destinada a la reforestación, sembrío y cosecha de agua, construcción de reservorios, mejoras de canales y sistemas de riego tecnificado, uso de fertilizantes y mejora de semillas, orientadas a generar empleo masivo formal en todos los ámbitos rurales del país. La segunda agencia destinada a la reconstrucción de viviendas precarias en todas las zonas urbanas del país. Estas agencias crearían un significativo número de puestos formales en las zonas urbanas del país.

En ambos casos, las agencias gubernamentales generarían puestos de trabajo productivo bajo esquemas similares a “Mi Vivienda” respaldado por los derechos de propiedad de las tierras en el caso de los proyectos rurales y de los lotes de vivienda en el caso de los proyectos urbanos.

Un aspecto clave en la implementación de este tipo de propuestas es la adecuada y oportuna planificación de cada una de las reformas. El Gobierno desde ya debería plantear una agenda legislativa para la aprobación de las reformas requeridas y para la formación de las dos agencias de empleo mencionadas. Lo importante es poder contar con una infraestructura legal y administrativa consensuada con todos los sectores de la población para que las elecciones que se avecinan sean el sello aprobatorio de la propuesta. De esta manera el nuevo gobierno podría dedicarse de lleno a su implementación. El Ejecutivo y el Legislativo tienen la palabra.